Se contrataron nubes y soles para asegurar el buen tiempo y con un poco de buen talante el esparcimiento estaba asegurado. Comimos y bebimos como si no hubiera un mañana, ricas viandas, suculentos ágapes, gustosas pitanzas y todos los sinónimos de comida deliciosa que sean necesarios para generar la envidia del lector, que nosotras somos de mucha modestia y poca vergüenza.
¡¡¡Qué fauna y qué flora!!! Como ilustradas botánicas que somos y bastante crédulas, por cierto, creíamos ser protagonistas de un documental de La 2, aquellos de tonos sepia y narrador desganado que llenaron nuestra infancia de afecto y ternura por los animales. Y aunque no los viéramos por elección propia, sino porque la oferta de programación en los dos únicos canales era mínima y reiterativa, hay que destacar que, a día de hoy, afirmar que ves estos espacios televisivos te da un caché, un respeto y un nivelazo como ser humano de aquí te espero. También, por añadidura, es un indicador de nuestra edad por mucho que el tinte nos cubra las canas.
Nos entró la vena intelectual y disertamos acaloradamente, porque nosotras nunca discutimos, sobre El Quijote y nuestro parentesco, mientras descansábamos las posaderas en mullidas y acolchadas poltronas. Váyase usted a saber si es necesario en la vida algo más que pasearse y disfrutar de un día de holganza cómo lo hicimos allí, a lo grande y sin miramientos. ¡Qué talento! ¡Qué talento!
El guía, a modo de Cicerone, nos deleitó con la historia de aquellos pueblos pirenaicos de obligadas ausencias, y en memoria de los cuales aparcamos la ironía y dejamos el único momento serio de este reportaje para rendirles nuestro particular homenaje a la manera Lunares.
Agotadas de tanta buena fortuna, decidimos esperar en el elegante apeadero el transporte de regreso, mientras lucíamos orgullosas la cacha torneada por el sol y el ejercicio en otras de las singulares odiseas de La Ñiña Lunares.
Pero sin duda los hados y el libre albedrío nos tenia deparada otra suerte que no tiene cabida en este espacio. Quizás fuera el mensaje de nuestra Tote Bag el detonante de semejante aventura, que al igual que la botella de Alicia, nos abrió la puerta del País de las Maravillas. No podemos dejar de contarlo, para no teneros en ascuas, por capitulos en nuestro blog.
(artículo publicado por La Ñiña Lunares en la revista digitalBlogirls 2.0 Magazine)
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