con nombre propio
La virgulilla es para La Ñiña Lunares lo que Milú es para Tintín. Si un cuerpo atípico de berberecho puede ser nuestra musa ¿cómo nos iban a pasar desapercibidas unas sexis y sinuosas ondulaciones? Ella es diferente, única e inimitable; cuando la N se la pone por sombrero le confiere un sonido original que ninguna otra letra puede igualar, por mucho que lo intenten.
Tiene personalidad y nombre propio: carácter, dirían las abuelas. Si dibujas muchas virgulillas seguidas creas un movimiento orgánico, dinámico, propio del mar, de las montañas, del sol y la luna, de los inestables y sanos cambios de humor, de la vida... Todo viene y va, todo va y viene, y es ese contínuo vaivén el que nos inspira.
Ondulina, piquillo, sandunga, zig-zag, trencilla, tripa de pollo, piconela, ric-rac, serpentina... estos son algunos de los nombres por los que se conoce la cinta ondulada que adorna todas nuestras creaciones. Viva la virgulilla!